Lo que queremos en la vida

Hoy he comenzado a leer un libro, «El sinsentido común» que hace ya tiempo me llamó la atención. Veremos si finalmente me gusta o aporta cosas, pero de momento me quedo con una historia que me ha encantado, ya al principio del libro.

Dice así:

Un acaudalado hombre de negocios estaba pasando sus vacaciones en un pueblo costero. Y una mañana, andando a paso acelerado por la playa, advirtió la presencia de un pescador que regresaba plácidamente con su destartalada barca.
—¿Has tenido buena pesca? —le preguntó con seriedad.
—Buenos días, amigo —le contestó el pescador. Y, sonriente, le mostró las tres piezas que había pescado—. La verdad es que el mar ha sido generoso conmigo —añadió al cabo.
El hombre de negocios, incrédulo, echó un vistazo a su reloj y le espetó:
—Todavía es muy temprano. ¿Cuánto tiempo has estado pescando?
—Solo un ratito.
Tras una breve pausa, el hombre de negocios le dijo:
—Supongo que volverás a salir, ¿no?
Extrañado, el pescador le preguntó:
—¿Volver a salir? ¿Para qué?
—Pues para obtener más pescado —respondió el hombre de negocios, que lo consideraba algo obvio.
—¿Y qué haría con él? ¡No lo necesito! Con estas tres piezas tengo suficiente para alimentar a mi familia —afirmó el pescador.
El hombre de negocios soltó una enorme carcajada y le replicó:
—Mejor entonces, porque así podrías venderlo.
—¿Venderlo? ¿Para qué? —preguntó el pescador, desconcertado.
—Para tener más dinero.
—¿Más dinero? ¿Para qué?
—Para cambiar tu vieja barca por una nueva, mucho más grande y bonita.
—¡Pero si mi barca cumple su función perfectamente! ¿Para qué querría cambiarla?
—Para poder pescar mayor cantidad de peces en menos horas.
—¿Pescar más peces en menos horas? ¿Para qué?
—Así podrías contratar a algunos hombres.
—¿Contratar algunos hombres? ¿Para qué?
—Para que pesquen por ti.
—¡Pero si a mí me encanta pescar! ¿Para qué querría que otros pescaran por mí?
—Para ser rico y poderoso.
El pescador, sin dejar de sonreír, no acababa de entender la mentalidad de aquel hombre de negocios. Sin embargo, volvió a preguntarle:
—¿Rico y poderoso? Lo siento, amigo, pero no le veo el sentido.
—Déjame que te lo explique. Sin duda alguna, esta es la mejor parte —asintió—. Al convertirte en un hombre de negocios rico y poderoso, podrías pasar más tiempo con tu familia y descansar cuando quisieras.
El pescador lo miró con una ancha sonrisa y le dijo:
—Eso es precisamente lo que voy a hacer ahora mismo.

Saquemos cada uno de nosotros nuestras propias conclusiones…

Compartir en: